segunda-feira, 9 de junho de 2008

Cristóvão Colombo – Enrique San Fuentes y Correa (5)



Sanfuentes y Correa, Emrique. Cristóbal Colón y Su Detractor El Marqués de Dos Fuentes (Don Fernando Antón del Olmet) Secretario de la Legación de España en Chile, por, Emrique Sanfuentes y Correa, Secretario de la Sección de Geografía de la Sociedad Chilena de Historia y Geografia, Santiago, Imprenta Universitaria, Bandera 130, 1918, pp. 71-81.



Relaciones de Colón con los italianos

171. - Y porque nos tiene encantados este nuevo sistema de
hacer la historia con indicios, despreciando los documentos,
vamos tambien nosotros a echar un cuarto a espadas para ver
si descubrimos en la vida del Almirante algún indicio de su na-
cionalidad, recorriendo para ello sus relaciones de amistad, de
comercio y de intereses, buscando quiénes fueron los que lo
ayudaron con dinero para sus empresas y a quiénes confiaba
el suyo, las pocas veces que lo hubo, y, finalmente, si acaso aparecen
algunas personas con quienes mantuviera relaciones antes
de su llegada a España o en quienes depositara toda su confianza.

Comenzaremos a buscar esos rastros en su propio

172.- Testamento y Codicilo de 19 Mayo 1506.
Relación de ciertas personas a quien yo quiero que se den de mis bienes
lo contenido en este Memorial, sin que se le quite cosa alguna dello. -
Hásele de dar en tal forma que no sepa quien se las manda dar.
A Baptista Espíndola, ó a sus herederos, si es muerto, veinte ducados.
Este Baptista Espíndola es yerno del sobredicho Luis Centurión, era hijo
de Micer Nicolao Espíndola de Locoli de Ronco, y por señas él fué estante
en Lisboa el año de mil cuatrocientos ochenta y dos.

173. - Vamos a tratar de investigar el origen de esas relaciones. El Almirante (Diario de Navegación correspondiente al//

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//12 de Noviembre de 1492) creyendo haber encontrado almáciga
en las riberas del río Mares, hace sangrar muchos árboles
para ver si echan resina, tal como él ha visto hacer «en la isla
de Xió», en el Archipiélago; el 11 de Diciembre añade que allí
la cosecha se coge en Marzo, y en la carta a Santangel (Navarrete,
I, 173) se refiere a que «el Señorío la vende como quiere».
Es sabido que en tiempo de Colón partieron dos expediciones
de Génova en socorro de la isla de Chío; la primera, costeada
por Sixto IV, Pontifice oriundo de Saona, y compuesta
casi en su totalidad de saoneses, y la segunda en Septiembre
de 1475. armada por la República, figurando entre los capitanes
de la última Giovani-Antonio di Negro y Nicolas Spinola.
Ahora bien, no habiendo dato alguno de la vida de Colón desde
el 13 de Agosto de 1473 hasta casi un año despues de la
fecha indicada no es natural suponer que en esa época efectuó
su viaje a Chío y que en la navegación o durante la estadía contrajo
la amistad que, perpetuándose en las familias de di Negro
y Spínola, lo habría de inducir a dejarles un afectuoso recuerdo
en un documento suscrito días antes de su muerte?

174. - Están conformes todos los historiadores en que Colón
arribó a Portugal como náufrago del combate del Cabo San
Vicente, entre la escuadra rehecha del famoso Coullon y cuatro
galeasas genovesas y una hurca flamenca. Ahora bien, de los
cuatro navíos genoveses Giorgio Antonio di Negro mandaba la
Squarciafica, Nicola Spinola la Bechalla, y otra, de que no se
conserva el nombre, tenía por patrón a Godofredo Spinola. Di
Negro y este último lograron escapar con sus navíos y refugiarse
en Cádiz. La Bechalla que desde el comienzo del com-
bate se había acollarado con la Royale, navío almirante de
Coullon, ardió y se hundió con ella, salvando del desastre, entre
otros, Spínola y Colón, cuyos lazos de amistad venia a estrechar
la desgracia.

175. - Aun va a figurar otro Spíndola en las relaciones de
Colón. Cuando los Reyes de España determinaron someter las
islas Canarias a su Corona, se hizo cierta concordia y asiento
con el obispo de Róbigo, don Fray Juan de Frías, y se tomaron
providencias para reembolsar al prelado de las deudas que
había contraído, todo lo que legalizó y aprobó la Reina Cató//

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// lica en Sevilla, a 13 de Mayo de 1478, dejándose constancia en
la respectiva capitulación de que había prestado

«cuatrocientos é veinte mil maravedís Micer Agostin de Espíndola, Tesorero
de lo que se recibe de la Indulgencia otorgada por nuestro muy Santo
Padre para la conversión de los infieles de Canaria é para edificación de
Iglesias é Monasterios é para sustentación de los Eclesiásticos é Religiosos...».

(Navarrete, Colec. Diplomática, Apéndice IV, p. 390-393, copiada
del Registro del Sello de Corte en Simancas).

Nadie ignora las navegaciones del Almirante y su residencia
en las islas por esos años.

176. - Otro Espíndola debía facilitarle fondos para el viaje
del Descubrimiento.

Memorial que dejó a su hijo Don Diego al emprender el Cuarto viaje.

«Micer Francisco de Rivarol, Micer Francisco Doria y Micer Francisco
Cataño y Micer Gaspar Espíndola, me emprestaron para suplir el ochavo
de las mercancías que fueron a las Indias, y más 118,000 maravedís en dinero
que se gastaron en Sevilla, y 50,000 en Jerez y 25,000 en Granada; de
todo tienen mi cédula y escritura pública. Yo he mandado a Carvajal que
los pague a todos. Procura que sea así....»
(Fernandez Duro, Nebulosa, 28).


177. - Y todavía un Gerolamo Spíndola, relacionado con su
familia, había figurado en una escritura suscrita por Domenico
Colombo en Génevo el 17 de Enero de 1466 y un Leonardo
Spíndola debía figurar en el testamento de D. Fernando como
ligado a él por intereses

(Documenti... 102 y 241).

178. - Antes de continuar con el testamento, vamos a examinar
las relaciones de Colón con estos banqueros genoveses
que con tanto desprendimiento completaron el dinero necesario
para el primer viaje (N. 176).
Con Francisco Rivarol no se limitaron a eso sus relaciones;
en Carta del Almirante a fray Caspar Gricio, escrita en la
Gran Canaria, pone esta sugestiva frase:

«Acoérdese V. R. de escribir a menudo a D. Diego y acoerde a Micer
Francisco de Rivarol el negocio de Roma que non le escribo por la prisa»

(Navarrete, I, 332).

lo que prueba que estaba a cargo de esas misteriosas relacio-
nes del Almirante con el Pontifice, que aun no se ha conseguido
aclarar.

179. - Vuelven después los préstamos de dinero y así escri-
be a su hijo Diego el 21 de Diciembre de 1504:

«Otra te envié después con fee de Micer Francisco de Ribarol, con Zamora
correo, y dije que si por mi carta te habían proveído que no usásedes de la//

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//de Francisco Ribarol»

(Navarrete I, 345),

y se lo confirma todavía el 29 del mismo mes y año

«te envié una carta de fee para esos mercaderes que
te dieren los dineros que les pidiésedes con fee de Francisco de Ribarol»,

(p. 347).

180. - El 21 de Marzo de 1502 escribe desde Sevilla a Nico-
lás Oderigo:

«El libro de mis escrituras dí a Micer Francisco de Ribarol para que os
le envíe, con otro traslado de cartas mensajeras; del recabdo y el lugar
que porneis en ello, os pido por merced que los escribais a D. Diego. Otro
tal se acabará, y se os enviará por la mesma guisa, y el mesmo Micer
Francisco»,
(Navarrete, Col. diplomática, 283).


181. - En carta al mismo, de Sevilla, 27 de Diciembre de 1504.

«También a ese tiempo [partida al cuarto viaje] dejé a Francisco de Ri-
barol un libro de traslado de cartas y otro de mis privilegios en una barjata
de cordobán colorado con su cerradura de plata y dos cartas para el
oficio de S. Georgi, al cual atribuía yo el diezmo de mi renta para un descuento
de los derechos del trigo y otros bastimentos; de nada de esto toda
sey nuevas. Micer Francisco diz que todo llegó allá en salvo.»

Navarrete, Colec. Diplomatica, 303, publicada por primera vez en el Codice
Colombo Americano, p. 324.

182. - Todavía, según una Real Cédula, fecha en Granada a
4 de Febrero de 1500, encontrada por Navarrete en el Archivo
de Simancas, aparece Ribarol despachando sin licencia, en
compania de Juan Sánchez de Mercadería, dos carabelas, por
lo que los Reyes ordenan «se les prendan los cuerpos y se les
tenga a buen recaudo» y se les embarguen y realicen bienes
por valor de 200,000 maravedís para que se gasten en las que
se envíen en su persecución.

(Navarrete, Apendice a la Col. Dipl. III, 513-514).

183. - De Francisco Doria, a quien el Padre Aspa llama Luis,
dice a su hijo Diego, en carta desde Sevilla el 21 de Diciem-
bre de 1504, en la parte en que trata de la provisión de fondos:

«Agora digo de otra carta que te envío con esta de Micer Francisco Do-
ria, la cual te envío a mayor abundancia, porque non falte que tú non seas
proveído», (Navarrete, I, 345), lo que le confirma por otra de 29 de Di-
ciembre de 1504; «te envié una carta de fee para esos mercaderes que te
diesen los dineros que les pidiésedes... y después con correo habrá ocho
días, con otra fee de Francisco Doria», (id., 347).

184. - Del mismo modo continuó el Almirante ocupando a
Francisco Cataño, según se ve por carta que dirigió a Nicolás//

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//Oderigo, estante en Génova, desde Sevilla, el 27 de Diciembre
de 1504:

«Otro libro de mis privilegios, como lo sobre dicho, dejé en Calís a
Franco Catanio, portador desta, para que también os enviase; el uno y el
otro fuesen puestos en buen recabdo adonde nos fuese bien visto».
Y después de expresar temores por el cumplimiento de sus
capitulaciones, con motivo de la muerte de la Reina Católica,
su favorecedora, terminal: «Franco Catanio os dirá el resto largo».
(Navarrete, II, 303-304).


185. - Ya en 5 de Noviembre de 1476 Tomás Cattanio, hijo
de Jerónimo, ciudadano de Génova, había servido de testigo en
esa ciudad, en una escritura otorgada por Domenico Colombo;
y don Fernando Colón, en su testamento, reconoce adeudar a
«Gregorio Cataño ginovés» 225,760 maravedís,

(Documenti, loc. cit., 142 y 239).

186. - Testamento y Codicilo, Valladolid, 19 Mayo 1506.

«A los herederos de Luis Centurión Escoto, mercader Ginovés, treinta mil
reales de Portugal, de los cuales vale un ducado 385 reales, que son setenta
y cinco ducados poco más o menos.»
A esos mismos herederos y a los de Paulo di Negro, genovés, cien du-
cados o su valor. Han de ser la mitad a unos herederos y la otra a los
otros. - Navarrete, Colc. Diplomática, 315-316.

Hemos explicado más arriba las relaciones del Almirante con
la familia di Negro, primero en el archipiélago griego y des-
pués en el combate de San Vicente; ahora bien, de dos documentos
auténticos copiados por Navarrete en el Archive de
Indias (Colec. viaj. III, p. 508 y 509) aparece que la Reina Ca-
tólica por Real Cédula de Valencia, el 9 de Octubre de 1497,
manda que entreguen Martín Centurión y Pantaleón Italian 824
mil 336 maravedís a «Cristóbal Colón o a quien su poder hobiere
para los gastos de lo que les mandásemos librar para las Indias»
y por otra Real Cédula del mismo mes y año, manda li-
brar contra los mismos dos cuentos de maravedís, valor de
cinco mil caices de trigo que les dió licencia de sacar por Mála-
ga para Génova.

187. - Por otra parte, en el testamento otorgado por el Al-
mirante D. Diego Colón el 8 de Septiembre de 1523 en Santo
Domingo, reconoce deber a «Gaspar Centurión mil ducados,
que salió a pagar por mí a Melchor Centurión» (Documenti,//

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// p. 213), y en el testamento de Diego Colón (hermano de D.
Cristóbal) aparece el mismo Gaspar como depositario de su dinero
(id. 184, 190, 194).

188. - No fueron esas tampoco las únicas relaciones que
Colón mantuvo con los hermanos Pantaleón y Agostin Italian,
sus compatriotas.
En carta a su hijo Diego, escrita en Sevilla el 13 de Diciembre
de 1504, le dice:

«Si Agostin Italian y Francisco de Grimaldo no te quisieren dar los dineros
que hobiéredes de menester, búsquense allí [en la Corte] otros que los
dén», pero, habiéndose acomodado con sus banqueros le escribe el día 29
«éstas van dirijidas a Pantaleón y Agostin Italian para que te las dén», lo
que importa no ya tan sólo relaciones comerciales sino de especial confian-
za, pues con esa correspondencia a más de papeles iba el traslado, que
Diego debía presentar a los Reyes de la carta que el almirante escribía «al
Santo Padre de las cosas de las Indias, porque non se queje más de mí».

189. - A Antonio Vazo, mercader ginovés, que solía vivir en Lisboa,
dos mil e quinientos reales de Portugal, que son siete ducados poco más, a
razón de 375 reales el ducado.»
(Testamento, Navarrete, II, 315).


190. - Testamento y Codicilo.
«A esos mismos herederos [de Centurion] y a los de Paulo de Negro, Ginovés,
cien ducados o su valor. Han de ser la mitad a los unos herederos
y la otra a los otros.»
«Otros que han contado este viaje primero, aunque concertan con todas
las cosas susodichas, empero, afirman que el dicho Colón llevó la primera
vez más navíos y más gente y que fué ayudado de tres ginoveses, que al
uno llaman Jacobo de Negrón, que tenía en aquel tiempo mucho crédito
en Sevilla, y al otro llamaban Capantel, y estaba en Xeres, y al otro llamaban
Luis Doria, que moraba en Calíz, y con el ayuda que le fué hecha
destos, allende de lo que los Reyes Católicos le proveyeron pudo ser que
llevase más navíos y gentes, entre las cuales se dice que llevó cuarenta
hombres, ginoveses. de su nación, y aderezada el armada partieron de
Calíz, (Aspa, loc. Cit.).

191. - Al tratar de la familia Spíndola, hemos visto figurar
algunos miembros de la familia Negrón, tanto en la isla de
Chío como en el combate del Cabo San Vicente, en compañia
del futuro Almirante; hay todavía tres más entre las relaciones
de la familia Colón: Angelo Negro, interviniendo en Génova,
el 20 de Abril de 1448, en el reconocimiento de la dote de
Battistina Colombo; Giuliano, testigo de una escritura otorgada
por Domenico Colombo en Génova, el 18 de Marzo de 1477 y//

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//Pantoleone Negro, a quien la virreina doña María de Toledo,
reconoce en su testamento adeudar cierta suma de dinero.

192. - Testamento y Codicilo.
Primeramente, a los herederos de Jerónimo del Puerto, padre de Benito
del Puerto, Chanceller en Génova, veinte ducados o su valor

(Navarrete, Col. Diplomatica II, 315).

193. - Ahora bien, cuáles eran las relaciones de Colón con
esa familia genovesa? Responderá por nosotros una escritura
pública otorgada ante y autorizada por el notario de Génova,
Giacomo Calvi, el 22 de Septiembre de 1470, en la que
Dominicus Colombo, quondan Johannis, et Christofforus ejus filius, in
presentia et consensu dicti Dominici Patris sui, presentis et consentientis,
ex parte una, et Jeronimus de Portu, etc.
por esta escritura someten al arbitraje de Agustín Goano, ciertas
diferencias comerciales; el 28 de Septiembre se dictó sentencia
mandando que don Cristóbal pagase a del Puerto 35 liras
(Documenti, loc. Cit., 107).

194. - En el segundo viaje de Colón ordenó al escribano
público de la ciudad de Isabela, hacer información entre las
tripulaciones de los buques, si la tierra donde se encontraban
el 12 de Junio de 1494 era isla o tierra firme. Navarrete incluyó
esa informacion (copiada del Archive de Indias de Sevilla,
Leg. 5 de Patronato Real) bajo el N. LXXVI de su Colección
Diplomática, II, p. 143-149, pero con algunos errores en la
lectura de los nombres, según hemos observado en la lista publicada
por Fernández Duro, Colón y Pinzón (p. 192), de los
que declararon en la «Información y testimonio de cómo el Almirante
y los que con él iban descubrieron la Tierra firme, en la
que bajo el N. 12, enumera Fernández Duro, entre la tripulación
de la carabela Niña, que ha por nombre Santa Clara, a
Juan del Puerto.

195. - Sobre las relaciones de la familia de Colón con Anto
nio, Benedetto y Gerolamo del Porto, a partir del año 1446,
puede verse la Raccolta, parte II, vol. I, Documenti, etc., p. 8,
149, 206, 107, 108, J 10 y 206.
Porto, Antonio del (8, 12), ano 1446.

196. - Son también estrechas las relaciones del Almirante
con Juanoto Berardi, banquero florentino establecido en Sevilla,
a quien Fernández de Navarrete llama su «amigo y confi//

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//dente y para quien supone Fernández Duro (Amigos y enemigos
de Colón, pag. 7) que trajo cartas de los italianos establecidos
en Lisboa, lo que le habría facilitado las relaciones que
mantuvo con los Duques de Medina Sidonia y Medina Celi.-
Podrá juzgarse de esas relaciones, que sólo interrumpió la muerte
de Berardi, por los siguientes extractos:

Real Cédula, Barcelona, 23 Mayo 1493 (Navarrete, Col. viaj., II, 40-41
cop. del Archivo de Indias) se le ordena comprar una carabela y tenerla
pertrechada y ataviada y presta, con más dos o tres mil quintales de bizcochos
para entregarla a Colón cuando se presente.
En Córdoba a 16 Julio 1486 le habían concedido los Reyes salvo-conducto
a eé y otros dos mercaderes florentinos; volvieron a otorgárselo en Sevilla
a 6 de Abril de 1490.

197. - Asiento en nombre de los Reyes sobre el flete de doce navíos
aparejados y provistos para ir a las Indias, en Valladolid,
el 9 de Abril de 1495. (Navarrete, II, 159-162).

Real Cédula, Madrid, 7 de Abril 1495, previniendo a D. Juan
de Fonseca para que se reciban y despachen las cuatro primeras
de las convenidas en el Asiento anterior.
(Navarrete, II, 158-159).

Real Cédula, Madrid, 12 Abril 1495, dándose seguridad de
que se cumplirá su asiento. (Navarrete, II, 169).

Carta de los Reyes al Obispo de Badajoz, Arévalo, 2 Junio
1495 para que envíe luego a las Indias cuatro carabelas, las
que estuvieren más prontas, ya scan las de Berardi o las que
tenía fletadas;

«así mismo el dicho Juanoto dice quel Almirante D. Cristóbal Colón le envió
nueve cabezas de Indios para que los diese a algunas personas para que
aprendiesen la lengua; y pues estas nueve cabezas no son para vender, sal-
vo para aprender la lengua, vos mandamos que ge las fagais entregar lue-
go para que faga dellos lo que dicho almirante le escribió. En lo que toca
a la parte del oro que demanda Juanoto en nombre del Almirante, ya por
otra letra nuestra vos escribimos que ge lo dedes de lo que agora vino de
las Indias; faced gelo dar como en ella se contiene.» (Navarrete, II, 177).

Carta de los Reyes a Juanoto Berardi, Arévalo, 2 Junio 1495,
sobre el contenido de la carta anterior y otras cosas relativas
a las Indias. (Navarrete, II, 178).

198. - Carta de los Reyes, 1.º Junio 1493 sobre provisión de
bizcocho, cuyo encargo desempeñó tan a satisfacción de SS. AA.
que en 4 de Agosto le dieron las gracias por lo que había hecho,//

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// encargándole la continuación. (Estractos hechos per Muñoz, de
varies libros y documentos del Archive de Indias de Sevilla, citados
por Navarrete, Colec.viaj., Ill, 315-316).

199. - Real Cédula, 10 Julio 1494,
«mandamos que los sesentaicinco mil maravedís quel Arzobispo cle Grana-
da libró en vos [Jurado Fernando de Medina], en el cargo de la Cruzada,
a Juanoto Berardi, florentin, vecino de Sevilla, de cierto prestado que pres-
tó por nuestro mandado, se lo paguedes al dicho Juanoto antes e primeramente
que otros maravedís que en vos esten librados...
(Navarrete, Colec, viaj., III, 291).

200. - Real Carta, de Segovia, 15 Julio 1494, al Arcediano
de Sevilla D. Juan de Fonseca, previniéndole que iba Juanoto
Berardi a entender en el despacho de las carabelas para las
Indias en nombre del Almirante, porque tiene su poder para
ello, etc. (Publicada en Navarrete, id., p. 292-293).

201.- Testamento de Juanoto Berardi, Sevilla, 1 5 Diciembre
1495.

«Digo e confieso por decir verdad e guardar de mi anima, que el Senor
Almirante Don Cristóbal Colón me deve e es obligado a dar e pagar por
su cuenta corriente ciento y ochenta mill mrs pocos más o menos, según por
mis libros parescerá, y más el servicio y trabajo que yo por Su Señoría y
por sus hermanos e fijos e negocios he fecho y trabajado tres años. p. 7-9
de Autógrafos y papeles de América; los publica la duquesa de Berwich y
de Alba, Condesa de Siruela. Madrid - 1892.

202. - Y aquí vamos a detenernos en la enumeración de las
relaciones que mantuvo el Almirante con los italianos, sin citar
hombres como Nicolao Oderigo, Embajador de Génova ante
los Reyes de Castilla y de Aragón, y depositario de sus títulos
y privilegios al Virreinato y Gobernación de las Indias y Almirantazgo
del Mar Oceano, de que hay constancia en documen
tos publicados por Fernández de Navarrete y otros, ni a sus
relaciones con capitalistas como Leardo, ni a la adhesión que
le tuvo aquel buen Flisco que, compañero del fiel Diego Méndez
en la travesía del socorro desde Jamaica, iba en Valladolid
a cerrar los ojos del insigne nauta, para que ni aún desde su
tumba fría pudiera ver que españoles maniáticos iban a preten-
der hacer escarnio de su memoria, ni a los Grimaldo, siempre
leales, ni a Miguel de Cuneo, ni a Juan Antonio Colombo, su
cercano deudo, ni a una legión de otros de que hay constancia
en todos los historiadores, para dar lugar a Francisco Pinelo,//

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// genovés, de ilustre y antigua prosapia, a quien jamás se le ha
dado el lugar que le corresponde en la historia del descubrimiento
del Nuevo Mundo.


203. - Fernández de Navarrete publicó en su Colección Di-
plomática, p. 5, lo siguiente:

«En otro libro de cuentas de Luis Santangel y Francisco Pinelo, Tesorero
de la Hermandad desde el año 1491 hasta el de 1493, en el finiquito de
ellas, se lee la partida siguiente: «Vos fueron recibidos é pagados en cuenta
un cuento é ciento é cuarenta mil maravedis que distes por nuestro
mandado al Obispo de Avila, que agora es Arzobispo de Granada, para
el despacho del Almirante D. Cristóbal Colón.»

Si recordamos ahora que fué Santangel, hecho hasta ahora
no negado, quien prestó parte del dinero para el viaje, y de
esa pequeña anotación de Navarrete, resulta que el dinero pertenecía
a la Hermandad, de la cual era Tesorero conjunto con
el genovés Francisco Pinelo, tiene que consentirse en que éste
bubo de prestar su aprobación a la inversión, y es natural suponer
que fuera todavía más lejos, que él mismo indujera, deseoso
de favorecer a su compatriota, a Santangel a ofrecerlo,
excusando el que apareciera su nombre por temor a las hablillas,
en lo que no le faltaba razón.
Tendríamos, entonces, que todo el dinero para el Descubrimiento
habría sido proporcionado por genoveses (ver nums. 176
y 190), excepto en la parte de responsabilidad que cabría a
Santangel, y que aquello del empeño de las joyas de Isabel la
Católica, que hasta lágrimas arrancara a algún poeta, no sería
sino la más audaz de las mistificaciones históricas, repetida y
glorificada durante cuatro siglos.


204. - Hemos examinado las relaciones particulares de Co-
lón con algunos italianos; recordaremos ahora las que, según el
testimonio de escritores españoles, tuvo con ellos en conjunto
(ver núms. 21, 45 y 53) agregando el testimonio del Licenciado
Lebrón:

«En 1515 se encomendó al Licenciado Lebrón, de la Audiencia de Santo
Domingo, una información secreta que hizo con mucha sensatez. Decía a
S. A. que no diera crédito en cosas de las Indias a muchos que en las cortes
las decían con apariencia de verdaderas, porque por lo general, encaminaban
los informes a sus intereses particulares. Explicaba cómo las islas
Española, San Juan, Cuba y Jamaica, que eran las cuatro poblaciones,.
estaban desorganizadas y revueltas por los daños que empezaron en tiempo//


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//de D. Cristóbal Colón, el cual las perturbó con los negocios que hizo con los
genoveses, de que se siguió que fué por Gobernador el Comendador Bobadilla.
(Fernández Duro, Hist. póstuma, p. 104-105).

205. - Si recordamos todavía que Colón en todos sus cálculos
empleó millas italianas y leguas «de cuatro millas dada una
como acostumbramos en el mar», que es medida también italiana,
y que las empleó hasta su última navegación al servicio de
España, y en informes a sus Reyes, no se necesitará gran esfuerzo
de reflexión para descubrir la causa. (Navarrete, I, 3 y 258).


206. - Podriá aún preguntarse por qué el Almirante mandó
guardar todas sus escrituras de privilegio, rangos y honores a
Génova y no las depositó en España, si ésta era su patria? a qué
ir a buscar una ciudad tan apartada?
Son todos estos actos de su vida demasiado reveladores para
no llevar al ánimo el convencimiento profundo de cual era su
nacionalidad, en el caso de que se hubiera carecido de los numerosos
documentos auténticos que hemos exhibido para acreditarla.
La presencia de italianos y genoveses en los momentos más
transcendentales de la vida del Almirante; las pruebas de afecto,
de confianza y, lo que entre los hombres suele ser más raro,
de crédito financiero que le dieron desde su arribo, náufrago,
al Portugal, mantenidas después hasta en los días de sus desgracias
y continuadas con sus hijos, parécennos que valen algo
más que la original y sutil prueba indiciaria de los gallegos. El
lector juzgará. //


Eduardo Albuquerque

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