terça-feira, 24 de abril de 2007

Cristóvão Colombo - Frei Bartolomé de las Casas (7)


Las Casas, Frei Bartolomé de. Historia de las Indias escrita por fray Bartolomé de las Casas obispo de Chiapa ahora por primera vez dada a luz por el marques de la Fuensanta del Valle y d. José Sancho Rayon, Tomo II, Madrid, Imprenta de Miguel Ginesta, 1875. (Tomo II, Capítulo CXXX, página 220 a 222).


«CAPITULO CXXX.

Dejada la digresion donde referimos algunas historias que tocó en sus palabras el Almirante, para dar noticia á quien no las sabia, y acordarlas á los que las leyeron, mayormente los secretos del Nilo, el fin que pretendemos dicta que tornemos á tomar nuestro hilo. Partió, pues, nuestro primer Almirante en nombre de la Santísima Trinidad (como él dice y así siempre solia decir), del puerto de Sant Lúcar de Barrameda, miércoles, 30 dias de Mayo, año de 1498, con intento de descubrir tierra nueva, sin la descubierta, con sus seis navíos. Bien fatigado, dice él, de mi viaje, que donde esperaba descanso cuando yo partí destas Indias, se me dobló la pena; esto dice por los trabajos y nuevas resistencias y dificultades con que habia habido los dineros para despacharse, y los enojos recibidos sobre ello con los oficiales del Rey, y los disfavores y mal hablar que, las personas que le podian con los Reyes dañar, á estos negocios de las Indias daban; para remedio de lo cual le parecia que no le bastaba lo mucho trabajado, sino que de nuevo le convenia, para cobrar nuevo crédito, trabajar; y, porque entónces estaba rota la guerra con Francia, túvose nueva de una armada de Francia, que aguardaba sobre el cabo de Sant Vicente al Almirante, para tomarlo, por esta causa, deliberó de hurtarles el cuerpo, como dicen, y hace un rodeo enderezando su camino derecho á la isla de la Madera. Llegó á la isla del Puerto Sancto, jueves, 7 de Junio, donde paró a tornar leña, y agua, y refresco, y oyó misa, y hallóla toda alborotada y alzadas todas las haciendas, muebles, y ganados, temiendo no fuesen Franceses; y luego, aquella noche, se partió para la isla de la Madera, que, como arriba dejamos dicho, está de allí unas 12//

(Página 221)

// ó 15 leguas, y llegó á ella el domingo siguiente, á 10 de Junio. En la villa le fué hecho muy buen recibimiento y mucha fiesta, por ser allí muy conocido, que fué vecino de ella en algun tiempo; estuvo allí proveyéndose cumplidamente de agua y leña, y lo demas necesario para su viaje, seis dias. El sábado, á 16 de Junio, partió con sus seis navíos de la isla de la Madera, y llegó, martes siguiente, á la isla de la Gomera; en ella hallo un corsario francés, con una nao francesa y dos navíos que habia tomado de castellanos, y, como vido los seis navíos del Almirante, dejó las anclas y el un navío, y dió de huir con el otro, el francés; envia tras él un navío, y como vieron, seis españoles que iban en el navio que llevaba tomado, ir un navío en su favor, arremeten con otros seis franceses que los iban guardando, y, por fuerza, métenlos debajo de cubierta, y así los trajeron. Aquí, en la isla de la Gomera, determinó el Almirante enviar los tres navíos derechos á esta isla Española, porque, si él se detuviese, diesen nueva de sí, é alegrar y consolar los cristianos con la provision de los bastimentos, mayormente dar alegría á sus hermanos, el Adelantado y D. Diego, que estaban por saber dél harto deseosos; puso por Capitan de un navío a un Pedro de Arana, natural de Córdoba, hombre muy honrado, y bien cuerdo, el cual yo muy bien cognosci, hermano de la madre de D. Hernando Colon, hijo segundo del Almirante, y primo de Arana, el que quedó en la fortaleza con los 38 hombres que halló á la vuelta muertos el Almirante; el otro Capitan del otro navio, se llamó Alonso Sanchez de Carabajal, Regidor de la ciudad de Baeza, honrado caballero. El tercero, para el otro navio, fué Juan Antonio Columbo, ginovés, deudo del Almirante, hombre muy capaz y prudente, y de autoridad, con quien yo tuve frecuente conversacion; dióles sus instrucciones segun convenia, y en ellas les mandó, que, una semana uno, otra semana otro, fuese cada uno Capitan general de todos tres navíos, cuanto á la navegacion y á poner farol de noche, que es una lanterna con lumbre que ponen en la popa del navío, para que los otros navíos sepan y sigan por donde vá y guía la Capita//

(Página 222)

// na. Mandóles que fuesen al Oeste, cuarta del Sudueste, 850 leguas, y que entónces serian con la isla Dominica; de la Dominica, que navegasen Oest-Noroeste, y tomarian la isla de Sant Juan, y que fuesen por la parte del Sur della, porque aquel era el camino derecho para ir á la Isabela Nueva, que agora es Sancto Domingo. La isla de Sant Juan pasada, que dejasen la isla Mona al Norte, y de allí toparian luego la punta desta Española, que llamó de Sant Rafael, el cual agora es el cabo del Engaño; de allí á la Saona, la cual dice que hace buen puerto entre ella y esta Española. Siete leguas hay otra isla adelante, que se llama Sancta Catherina, y de allí á la isla Nueva, que es el puerto de Sancto Domingo, como dicho es, hay 25 leguas. Mandóles que donde quiera que llegasen y descendiesen á se refrescar, por rescate comprasen lo que hobiesen menester, y que á poco que diesen á los indios, aunque fuesen á los caníbales, que decian comer carne humana, habrian lo que quisiesen, y les darian los indios todo lo que tuviesen, pero si fuese por fuerza, lo esconderian y quedarian en enemistad. Dice más en la Instruccion, que él iba por las islas de Cabo Verde (las cuales, dice, que antiguamente se llamaban Gorgodes, ó segun otros, Hespéridos), y que iba, en nombre de la Santísima Trinidad, con propósito de navegar al Austro dellas hasta llegar debajo de la linea equinoccial, y seguir el camino del Poniente hasta que esta isla Española le quedase al Norueste, para ver si hay islas ó tierras. Nuestro Señor, dice él, me guie y me depare cosa que sea su servicio y del Rey y la Reina, nuestros señores, y honra de los cristianos, que creo que este camino jamás le haya hecho nadie, y sea esta mar muy incógnita. Y aqui acaba el Almirante su Instruccion. (...)»



Eduardo Albuquerque

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