Las Casas, Frei Bartolomé de [1] [2]. Historia de las Indias escrita por fray Bartolomé de las Casas obispo de Chiapa ahora por primera vez dada a luz por el marques de la Fuensanta del Valle y d. José Sancho Rayon, Tomo I, Madrid, Imprenta de Miguel Ginesta, 1875 (Tomo I, Capítulo II, página 41 a 45)
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CAPITULO II.
Donde se tracta como el descubrimiento destas Indias fué obra maravillosa de Dios. - Como para este efecto parece haber la Providencia divina elegido al Almirante que las descubrió , la cual suele á los que elige para alguna obra conceder las virtudes y cualidades necesarias que han menester.- De la patria, linaje, origen, padres, nombre y sobrenombre , persona, gesto, aspecto y corporal dispusicion, costumbres, habla, conversacion, religion y cristiandad de Cristobal Colon.
Llegado, pues, ya el tiempo de las maravillas misericordiosas de Dios, cuando por estas partes de la tierra (sembrada la simiente ó palabra de la vida) se habia de coger el ubérrimo fruto que á este Orbe cabia de los predestinados , y las grandezas de las divinas riquezas y bondad infinita más copiosamente , despues de más conocidas, más debian ser magnificadas, escogió el divino y sumo Maestro entre los hijos de Adan que en estos tiempos nuestros habia en la tierra, aquel ilustre y grande Colon, conviene á saber, de nombre y de obra poblador primero, para de su virtud, ingenio,
industria, trabajos, saber y prudencia, confiar una de las más egregias divinas hazañas que por el siglo presente quiso en su mundo hacer; y porque de costumbre tiene la suma y divinal Providencia de proveer á todas las cosas, segun la natural condicion de cada una , y mucho más y por modo singular las criaturas racionales, como ya se dijo, y cuando alguna elige para, mediante su ministerio, efectuar alguna heróica y señalada obra, la dota y adorna de todo aquello que para cumplimiento y efecto della le es necesario, y como este fuese tan alto y tan árduo y divino negocio, á cuya dignidad y dificultad otro alguno igualar no se puede; por ende á este su ministro y apóstol primero destas Indias, creedera cosa es haberle Dios esmaltado de tales calidades naturales y adquisitas, cuantas y cuales para el discurso de//
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//los tiempos y la muchedumbre y angustiosa inmensidad de los peligros y trabajos propincuísimos á la muerte, la frecuencia de los inconvenientes, la diversidad y dureza terrible de las condiciones de los que le habian de ayudar, y finalmente, la cuasi invincible importuna contradiccion que en todo siempre tuvo, como por el discurso desta historia en lo que refiriere á él tocante, sabia que habia bien menester. Y por llevar por órden de historia lo que de su persona entendemos referir, primero se requiere, hablando de personas notables, comenzar por el origen y patria dellas. Fué, pues, este varon escogido de nacion genovés, de algun lugar de la provincia de Génova; cual fuese, donde nació ó qué nombre tuvo el tal lugar, no consta la verdad dello más de que se solia llamar ántes que llegase al estado que llegó, Cristobal Columbo de Terra-rubia, y lo mismo su hermano Bartolome Colon, de quien despues se hará no poca mencion. Una historia portuguesa que escribió un Juan de Barros, portugués , que llamó Asia en el lib. III, cap. 2.º de la primera década, haciendo mincion deste descubrimiento no dice sino que, segun todos afirman, este Cristobal era genovés de nacion. Sus padres fueron personas notables, en algun tiempo ricos, cuyo trato ó manera de vivir debio ser por mercaderias por la mar, segun él mismo da á entender en una carta suya; otro tiempo debieron ser pobres por las guerras y parcialidades que siempre hubo y nunca faltan, por la mayor parte, en Lombardía. El linaje de suyo dicen que fué generoso y muy antiguo, procedido aquel Colon de quien Cornelio Tácito trata en el lib. XII al principio, diciendo que trujo á Roma preso á Mitrídates, por lo cual le fueron dadas insignias consulares y otros privilegios por el pueblo romano en agradecimiento de sus servicios. Y es de saber, que antiguamente el primer sobrenombre de su linaje, dicen, que fué Colon, despues, el tiempo andando, se llamaron Colombos los sucesores del susodicho Colon romano ó Capitan de los romanos; y destos Colombos hace mencion Antonio Sabelico en el lib. VIII de la decada 10. ª, folio 168, donde trata de dos ilustres varones genoveses que//
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//se llamaban Colombos, como abajo se dirá. Pero este ilustre hombre, dejado el apellido introducido por la costumbre, quiso llamarse Colon, restituyéndose al vocablo antiguo, no tanto acaso, segun es de creer, cuanto por voluntad divina que para obrar lo que su nombre y sobrenombre significaba lo elegia. Suele la divinal Providencia ordenar, que se pongan nombres y sobrenombres á las personas que señala para se servir conformes á los oficios que les determina cometer, segun asaz parece por muchas partes de la Sagrada Escritura; y el filósofo en el IV de la Metafísica, dice: « que los nombres deben convenir con las propiedades y oficios de las cosas.» Llamóse, pues, por nombre, Cristóbal, conviene á saber, Christum ferens, que quiere decir traedor ó llevador de Cristo, y ansí se firma él algunas veces; como en la verdad él haya sido el primero que abrió las puertas deste mar Océano, por donde entró y él metió á estas tierras tan remotas y reinos, hasta entónces tan incógnitos, á nuestro Salvador Jesucristo, y á su bendito nombre, el cual fué digno que ántes que otro diese noticia de Cristo y le hiciese adorar á estas innumeras y tantos siglos olvidadas naciones. Tuvo por sobrenombre Colon, que quiere decir poblador de nuevo, el cual sobrenombre le convino en cuanto por su industria y trabajos fué causa que descubriendo estas gentes, infinitas ánimas dellas, mediante la predicacion del Evangelio y administracion de los eclesiasticos sacrarnentos, hayan ido y vayan cada dia á poblar de nuevo aquella triunfante ciudad del cielo. Tambien le convino, porque de España trajo el primero gente (si ella fuera cual debia ser) para hacer colonias, que son nuevas poblacionos traidas de fuera, que puestas y asentadas entre los naturales habitadores destas vastísimas tierras, constituyeran una nueva, fortísima, amplísima e ilustrísima cristiana Iglesia y felice república. Lo que pertenecia á su exterior persona y corporal disposicion, fué de alto cuerpo, más que mediano; el rostro luengo y autorizado; la nariz aguileña; los ojos garzos; la color blanca, que tiraba á rojo encendido; la barba y cabellos, cuando era mozo, rubios, puesto que muy presto//
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//con los trabajos se le tornaron canos ; era gracioso y alegre bien hablando, y, segun dice la susodicha Historia portuguesa, elocuente y glorioso en sus negocios; era grave en moderacion, con los extraños afable, con los de su casa suave y placentero, con moderada gravedad y discreta conversacion, y ansí podia provocar los que le viesen fácilmente á su amor. Finalmente, representaba en su persona y aspecto venerable, persona de gran estado y autoridad y digna de toda reverencia; era sóbrio y moderado en el comer, beber, vestir y calzar; solia comunmente decir, que hablase cou alegría en familiar locucion, ó indignado, cuando reprendia o se enojaba de alguno: Do vos a Dios no os parece esto y esto? ó por qué hiciste esto y esto? En las cosas de la religion cristiana, sin duda era católico y de mucha devocion; cuasi en cada cosa que hacia y decia, ó queria comenzar á hacer, siempre anteponia: En el nombre de la Santa Trinidad haré esto ó verná esto, ó espero que será esto; en cualquiera carta ó otra cosa que escribia, ponia en la cabeza: Jesus cum Maria sit nobis in via; y destos escritos suyos y de su propia mano tengo yo en mi poder al presente hartos. Su jurameuto era algunas veces: « juro a San Fernando;» cuando alguna cosa de gran importancia en sus cartas queria con juramento afirmar, mayormente escribiendo á los Reyes, decia: « hago juramenlo que es verdad esto.» Ayunaba los ayunos de la Iglesia observantísimamente; confesaba muchas veces y comulgaba; rezaba todas las horas canónicas como los eclesiásticos ó religiosos; enemicísimo de blasfemias y juramentos; era devotísimo de Nuestra Señora y del seráfico Padre San Francisco; pareció ser muy agradecido á Dios por los beneficios que de la divinal mano recibia, por locual, cuasi por proverbio, cada hora traia que le habia hecho Dios grandes mercedes, como á David. Cuando algun oro ó cosas preciosas le traian, entraba en su oratorio é hincaba las rodillas, convidando á los circunstantes y decia: « demos gracias á nuestro Señor que de descubrir tantos bienes nos hizo dignos; » celosísimo era en gran manera del honor divino; cúpido y deseoso de la con//
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//version destas gentes, y que por todas partes se sembrase y ampliase la fé de Jesucristo, y singularmente aficionado y devoto de que Dios le hiciese digno de que pudiese ayudar en algo para ganar el Santo Sepulcro ; y con esta devocion y la confianza que tuvo de que Dios le habia de guiar en el descubrimiento deste Orbe que prometia, suplicó á la Serenísima reina Doña Isabel, que hiciese voto de gastar todas las riquezas que por su descubrimiento para los Reyes resultasen en ganar la tierra y casa santa de Jerusalem, y ansí la Reina lo hizo, como abajo se tocará. Fué varon de grande ánimo esforzado, de altos pensamientos, inclinado naturalmente á lo que se puede colegir de su vida y hechos y escrituras y conversacion , á acometer hechos y obras egregias y señaladas; pacientey muy sufrido (como abajo más parecerá) perdonador de las injurias, y que no queria otra cosa, segun dél se cuenta, sino que conociesen los que le ofendian sus errores, y se le reconciliasen los delincuentes; constantísimo y adornado de longaminidad en los trabajos y adversidades que le ocurrieron siempre, las cuales fueron increibles é infinitas, teniendo siempre gran confianza de la Providencia divina, y verdaderamente , á lo que dél yo entendí, y de mi mismo padre, que con él fué cuando tornó con gente á poblar esta Isla española el año de 93 , y de otras personas que le acompañaron y otras que le sirvieron, entrañable fidelidad y devocion tuvo y guardó siempre á los Reyes.»
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[1] «ADVERTENCIA PRELIMINAR, La Historia de las Indias del Obispo de Chiapa, Fr. Bartolomé de las Casas, que hoy damos á luz por vez primera, tal y como su autor la escribió, consta de tres partes ó Decadas, en otros tantos tomos, y sólo alcanza al ano de 1520. Empezóla en 1552 cuando ya tenia 78 años, concluyéndola en 1561, cinco antes de su muerte. La primera de aquellas fechas resulta comprobada en el prólogo (Pág. 29), y la segunda por las palabras con que concluye la tercera parte:
Y plega á Dios que hoy que es el año que pasa de sesenta y uno, el Consejo este libre de ella; y con esta imprecacion, á honra y gloria de Dios, damos fin á este tercer libro.»
[2] «Frei Bartolomé de las Casas (Sevilha, 1472 — Madrid, 17 de Julho de 1566) foi um frade dominicano, cronista, teólogo, bispo de Chiapas (México) e grande defensor dos índios, considerado o primeiro sacerdote ordenado na América.
Conhecido em português como Frei Bartolomeu de las Casas, era filho de um comerciante modesto de Tarifa, participou da segunda viagem de Cristóvão Colombo. Havia feito estudos de latim e de humanidades em Salamanca. Partiu para a ilha de Hispaniola ou La Española na expedição de Nicolás de Ovando, em 1502 ou 1503, chegando em 15 de Abril. Como a maioria, Bartolomeu estava motivado pelo espírito aventureiro e explorador de riquezas, logo se adaptando ao estilo de vida dos colonizadores. No início, aceitou o ponto de vista convencional quanto à exploração da população indígena. Também participou dos ataques contra as tribos, e os escravizava em suas plantações.
Viajou depois a Roma, onde terminou os estudos e se ordenou sacerdote em 1507. Isabel de Castela, a rainha a quem o papa dera licença para se intitular «A Católica», considerava a evangelização dos índios importante justificativa para a expansão colonial e como tal, insistia para que sacerdotes e frades estivessem entre os primeiros a se fixarem na América.
Em 1510, Bartolomeu de Las Casas retornou à ilha Espanhola, agora como missionário. A 21 de Dezembro de 1511 escutou o célebre Sermão do Advento por Frei António de Montesinos, no qual este defendia a dignidade dos indígenas. O profundo impacto daquela pregação levaram-no a converter-se a tal causa.
Conseguiu um «repartimiento» ou «encomienda» de índios, dedicando-se assim ao trabalho pastoral. Os dominicanos contrários à «encomienda», dados os abusos cometidos contra os índios, não mudaram sua opinião. Frei Bartolomé defendia a instituição. Transferiu-se a Cuba com Pánfilo de Narváez, e ali foi capelão militar e recebeu outra vez um «repartimiento» onde se ocupava em mandar seus índios às minas, tirar ouro, e fazer sementeiras, aproveitando deles como podia. Paulatinamente, porém, foi tomando consciência do problema e tomou partido contrário, dizendo-se chamado para pregar contra o sistema de «encomienda» como injusto. Considerava então que os únicos donos do Novo Mundo eram os índios e que os espanhóis só deviam lá ir para o trabalho de conversão. Renunciou a todas as suas encomendas e iniciou uma campanha de defesa dos índios, mostrando tudo de injusto do sistema. A campanha foi dirigida ao próprio rei de Aragão Fernando II e depois ao Cardeal Cisneros, que o nomeará «protector dos índios» em 1516.
Com a morte do cardeal, recomeçou seu trabalho e tentou convencer o rei de Espanha Carlos I (imperador Carlos V), neto dos Reis Católicos. Como denunciava publicamente os abusos dos funcionários, obteve a inimizade de muitos, especialmente os membros do Conselho das Índias, presidido pelo bispo Juan Rodríguez de Fonseca. Advogava por uma colonização pacífica das terras americanas, por meio de lavradores e missionários.
Com tal objectivo partiu de novo para a América, onde em 1520 Carlos I lhe deu o território hoje venezuelano de Cumaná para pôr em prática suas teorias. Teve pouco êxito e durante uma de suas ausências, os índios aproveitaram para matar grande número de colonos. O desastre fez com que entrasse para a ordem dominicana. Manteve porém suas inflamadas teorias contra a escravidão dos índios – embora, curiosamente, estivesse a favor da escravidão dos africanos! – e alegava que todas as guerras contra os índios eram injustas. Por isso se enfrentou a diversos teólogos, especialmente frei Francisco de Vitória. Pediu a seus superiores vir advogar suas teorias diante do Conselho das Índias, mas o fracasso em Cumaná o desacreditava.
Em 1535 partiu para o Peru. O navio em que viajava naufragou no litoral da Nicarágua, onde enfrentou o governador Rodrigo de Contreras ao denunciar o envio de escravos índios ao Peru.
Em 1536 se transferiu à Guatemala, para continuar a pregação e pôr em marcha um projecto de conquista pacífica que baptizou de «Vera Paz». Entre 1537-1538 conseguiu cristianizar a zona de modo pacífico, substituindo a encomenda por um tributo pago pelos índios. Regressou em 1540 à Espanha, convencido de que era na corte que deveria vencer a batalha em favor dos índios Em 1542 o Conselho das Índias o ouviu, e suas opiniões causaram profunda impressão em Carlos V.
Atribui-se a sua influência o fato de que em 20 de Novembro de 1542 tenham sido publicadas as « Leis Novas» em que se restringiam as encomendas e a escravidão dos índios, embora não tenham sido do agrado pleno de Las Casas. Escreveu então sua obra mais importante: «Brevísima relación de la destrucción de las Indias». Como acusa os descobridores da América de crimes, abusos, violências, a obra foi chamada de escandalosa e exagerada, e não conseguiu evitar a continuação das conquistas, como desejava. Seria publicada ilegalmente em 1552, e conseguiu grande sucesso no século XVII, convertendo-se numa das fontes de nascimento da «lenda negra» do Império espanhol.
Em 1543 recusou o bispado de Cuzco mas aceitou o de Chiapas, no México, encarregado de pôr em prática suas teorias. Foi consagrado em Sevilha em 1544. Não foi bem recebido em Chiapas, porque os colonos o consideravam responsável pela publicação das «Leis Novas».
Escreveu ainda um «Confesionario» em que mandava que antes de iniciar a confissão, o penitente devia libertar seus escravos. Tais medidas provocaram distúrbios, e em 1546 teve que partir para a cidade do México, sem mudar sua política. Sua doutrina seria repelida por uma junta de prelados. Embarcou em Veracruz para a Espanha e se recolheu ao convento de S. Gregório, em Valladolid. Nessa cidade tiveram lugar importantes discussões de 1550 a 1551 entre ele e Juan Ginés Sepúlveda sobre a legitimidade da conquista, saindo vitorioso o segundo…
Foi nomeado Bispo de Chiapas aos 70 anos de idade, em 1544. Mas, ficou apenas três anos em Chiapas, sempre perseguido pelos espanhóis. Em 1547, partiu da América para não mais voltar. Regressou à Espanha, continuando ali a defesa dos índios, onde corrigiu e publicou seus escritos, todos se contrapondo à política colonial. Porém, suas idéias foram contestadas, na América e também na Espanha. Tanto que, em 1552, suas obras foram censuradas e proibidas para a leitura. Havia renunciado a seu bispado, antes de morrer aos 92 anos de idade no Convento Dominicano de Atocha, no dia 17 de Julho de 1566, em Madrid, Espanha.
Em defesa dos índios do novo continente, viajara numerosas vezes à Espanha, apelando aos oficiais do governo e aos que quisessem ouvir. Desde que ingressou na vida religiosa dominicana, se dedicara à causa indígena, defendendo-lhes a vida, a liberdade e a dignidade. E para que tivessem direitos políticos, de povos livres e capazes de realizar uma nova sociedade, mais próxima do Evangelho. Sua prioridade foi sempre a evangelização. Com tal propósito viajara pela América Central em trabalho pioneiro, registrando o que se passava em seus diários. Foi perseguido pelos colonizadores espanhóis de São Domingos, Peru, Nicarágua, Guatemala e do México.
Muito querido do povo mexicano, seu nome hoje é lembrado como um dos maiores humanistas e missionários da História do Cristianismo.»
Retirado de: Bartolomé de las Casas
Ver também:
Arte Historia
Biografía de Fray Bartolomé de las Casas
Eduardo Albuquerque
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